Baños Romanos

Se encuentra usted ante los Baños Romanos de La Luisiana, un yacimiento arqueológico cuyo uso original se vincula a la aristocracia de la época en Astigi- actual Écija-, Carmo –actual Carmona-  y Obulcula –el actual Castillo de la Monclova. Las clases más pudientes de estas ciudades del entorno trataban aquí no solo enfermedades dermatológicas, aprovechando así las propiedades medicinales del acuífero que nutre a los Baños, sino también los rumores políticos del momento. En estos primeros momentos, la piscina pudo estar totalmente recubierta de mármol, aunque este dato no se puede corroborar hoy día.


Tras el esplendor que los baños viven en época romana, comienza un periodo de progresiva degradación de la obra original que se prolongará hasta el reinado de Carlos III, bajo cuyo mandato el municipio de La Luisiana experimenta una repoblación franco-alemana de la mano del Ministro de Hacienda de la época, el peruano Pablo de Olavide y Jáuregui, un político e intelectual ilustrado que ejercerá de Intendente General de la recién estrenada población.

Hacia 1768, queda remozada la estructura romana original con la edificación de nuevos pabellones que permiten la separación por sexos de las zonas de baño y de la tapia perimetral que delimita un área de 370 metros cuadrados. Tras esta remodelación, los Baños Romanos de La Luisiana adquieren titularidad real y comienzan a tener un uso público. De esta forma, se generaliza el aprovechamiento de unas aguas bicarbonatadas y de uso tópico. De estas propiedades queda constancia hacia 1796, cuando el Médico Titular de la localidad, don Antonio Baena, las describe como aguas frías, contenedoras de Sal Nitro y con capacidad para curar o, al menos, templar enfermedades como gonorreas, hemorragias, dolores reumáticos y un largo etcétera.

En 1887 pasa a ser también depósito de aguas y no será hasta la Guerra Civil Española cuando se abandone definitivamente su uso para baños, pasando a ser fuente de riego para las fuentes colindantes. En el año 1995 se inician las labores de restauración por parte de la Escuela Taller que permiten la recuperación de la tapia exterior, los dos vestuarios interiores y las zonas de paso.

Echando un simple vistazo al yacimiento, en la actualidad se pueden distinguir tres zonas:

  • El Lavadero Público, que se construyó a partir de 1931, aprovechando la salida natural del manantial de los baños.
  • La cerca o vallado, construido en el siglo XVIII, con un muro para la división de las zonas de baño por sexos.
  • El baño, una piscina rectangular con gradas a ambos lados, que data de entre los siglos I y III d. C., con unas dimensiones de 31,75 metros de largo por 3,05 de ancho y con 1,75 metros de profundidad. Unas cifras que la convierten, hoy por hoy, en la piscina romana de mayores dimensiones de la Península Ibérica.